
Hoy 23 de Abril de 2020 celebramos, de una manera inusual, el Día Internacional del Libro y que mejor forma de hacerlo que con la reseña elaborada por Ramón Díaz Hernández de la novela: «A los que leen« de Jonathan Allen.
Desde la Biblioteca de Humanidades les damos las gracias «A los que leen» sin ustedes no somos nada, no existirían los libros, que son nuestra materia prima, ni por supuesto, las bibliotecas. En esta época en la que tenemos el mundo del revés, necesitamos más que nunca de nuestros lectores y lectoras, siendo esto una necesidad recíproca. Por eso este día toca homenajear a los lectores y lectoras.

Comparto con ustedes unas palabras de Jonathan Allen: «A los que leen es una historia ubicada en el pasado reciente de nuestra isla, un relato de amor (difícil pero poderoso) que trasciende las fronteras del Atlántico y continua en Argentina. Une dos mundos y refleja la otra parte de nuestra historia, que es el destino latinoamericano. Pero más allá de sus personajes, de sus peripecias y de sus periplos, es un cuento sobre la lectura y su magia transformadora, sobre como los libros nos permiten vivir, sobrevivir, crecer, y ser seres más completos. Y, también, un cuento sobre el destino físico de los libros, y qué hacemos con ellos».
Para terminar les dejo con la reseña completa de Ramón Díaz Hernández:

A los que leen es el sorprendente título de la última novela de Jonathan Allen publicada por el sello canario Idea Ediciones que luce en la mesa y en los espacios reservados a las novedades de las librerías insulares desde finales de 2019. A los que leen es un relato en trece capítulos dotado de una arquitectura sólida que, desde el principio hasta el final, refleja una mirada atenta y cercana a la realidad del momento y unas voces personales que transforman la lectura en conocimiento. Con una prodigiosa economía de recursos, con inaudita sobriedad, Allen nos introduce en el meollo de la historia y en el fondo del alma de sus personajes. Se trata de una novela escrita con un lenguaje rico y veraz, una apreciable elegancia de estilo, un uso del español plural con evidentes guiños argentinos, sin artificios, que incluye personajes creíbles dibujados con cirujana precisión, tanto en lo que se refiere a sus respectivos defectos como a sus indudables cualidades intelectuales y cívicas; dispone igualmente de una trama narrativizada bien urdida que muestra el desarrollo de unas vidas como si se tratara de una realidad aumentada y cargada de saberes librescos; es decir, un relato de línea clara que evoluciona sobre escenarios geográficos reales en lugares sobradamente conocidos por todos. Por esos territorios historizados vemos deambular a nuestros personajes – bien interpretando, recitando o reflexionando, pero siempre deslumbrando con voces reconocibles y auténticas, correctamente construidas, diferenciadas y distinguibles entre sí- que responden a una concreta condición social y vital dentro del contexto espacial y temporal de la época que les tocó vivir en un momento existencialmente nada fácil. No fueron tiempos amables los que se vivieron durante la dictadura franquista. Al contrario, un conjunto de disposiciones absurdas imponía límites insospechados a una temerosa ciudadanía de las que, en ocasiones, parecían no ser conscientes ni ella misma.
Si se mira bien y con la debida concentración, Sofía y Gustavo, en calidad de protagonistas del relato, son coincidentemente lectores incondicionales cuya ideología prioritaria y vehicular es la lectura (“primero el libro, luego el mundo”) toda vez que devorando libros convierten la lectura en un poderoso vínculo de unión y sobre todo en un voluntarioso acto de transfusión de sueños, privaciones y
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